Escuela del Agua te cuenta la curiosa historia del nadador que ganó la primera medalla de oro en unos Juegos Olímpicos
El nombre del húngaro Alfréd Hajós, no es ni mucho menos igual de conocido que el de otros nadadores que han hecho historia como pueden ser Mark Spitz o Michael Phells. Pero la realidad es que, dentro de la historia de la natación, tiene una importancia muy similar a la de estos dos grandes medallistas. Su lugar de preeminencia, es el de haber sido un auténtico pionero.
Cuando sólo tenía 13 años, Hajós tuvo que superar la trágica muerte de su padre, que murió ahogado en las fieras aguas del río Danubio, uno de los más importantes de toda Europa. En aquel momento, algo se activó dentro de su cerebro, por lo que comenzó a entrenar y se convirtió en un nadador experto.
Ese entrenamiento le permitió convertirse en campeón de Europa de nado libre en 1895 y 1896, por lo que se presentó en los primeros Juegos Olímpicos de la edad moderna, que se celebraron en Atenas en 1896, como uno de los favoritos. La prueba no fue nada fácil, ya que la natación en estos Juegos se celebró en las aguas del Mar Mediterráneo, que tenían una temperatura de 10 grados centígrados y con olas de hasta cuatro metros de altura.
Nuestro hombre se impuso a todos los elementos y consiguió vencer en las pruebas de 100 y 1.200 metros de nado libre, convirtiéndose en el primer campeón olímpico de natación de la historia. Posteriormente, como le ha ocurrido a tantos nadadores, compaginó el deporte con su profesión, siendo un conocido arquitecto a lo largo de su vida.